Una vez discutía con un profesor
de instalaciones acerca de las humedades en el interior de los edificios. Yo
mantenía una postura que al final resultó equivocada, le dije que lo mejor para
evitar una humedad era asestarle un buen chorro de aire caliente para que se
evaporase lo antes posible.
Mientras decía estas palabras
pensaba que seguro que me estaba equivocando, que quizá lo mejor era aire frío,
porque si lo echaba caliente se evaporaría y luego se repartiría por toda la
estancia.
Él me escuchó atentamente y me
dijo que no podía estar más equivocado, sin duda lo mejor que podía hacer era
ventilar. Lo que tenemos que hacer en este tipo de casos es conducir una buena
cantidad de aire y trasladar toda esa humedad fuera del espacio afectado.
Un
espacio cerrado necesita siempre estar ventilado, pero no sólo por cuestiones
de humedades, hay que contar con un enemigo
invisible que puede afectarnos en el día a día y que no aparece
explícitamente en el Código Técnico, el
CO2 .
El Dióxido de Carbono es un gas
que exhalamos todos los seres vivos en un intercambio de gases para mantenernos
vivos. Hacemos una transformación en los pulmones, asimilando el oxígeno y
despidiendo el CO2 al ambiente. El problema viene cuando
sobrepasamos el límite de partículas recomendado.
En condiciones normales al aire
libre no hay ningún riesgo de acumulación natural del dióxido de carbono, sin
embargo la cosa cambia cuando hablamos de espacios cerrados. Actualmente todas
las edificaciones cuentan con sistemas de ventilación forzada o híbrida que
facilitan las renovaciones del aire
interior evitando así problemas de acumulación de nuestro enemigo
invisible.
Pero seguro que todos tenemos algún familiar o amigo que vive en una
vivienda antigua y que tras estar algunas horas varias personas en la misma
sala se han empezado a notar algunos síntomas de sobreexposición al CO2 . El ambiente se nota cargado,
espeso, las conversaciones se hacen más largas, tediosas... y al final te
empieza a doler la cabeza. Esos son los síntomas de una pequeña intoxicación
por CO2.
La ventilación no es una cuestión
menor a la hora de dimensionar un espacio. Bien lo saben los ingenieros navales,
aeronáuticos, agrónomos o los químicos que se enfrentan con este problema en
aviones, submarinos, centrales de transformación de residuos, invernaderos...
aunque los edificios en los que trabajan cuentan con ventilación forzada por
obligación de la normativa, también se enfrentan a emanaciones por la actividad
que realizan derivadas de las transformaciones de sus productos, en estos casos
especiales utilizan medidores de CO2
que son cruciales para una previa
detección y control.
Así que ya sabéis, si os
encontráis en un espacio cerrado y empezáis a notar síntomas de fatiga,
cansancio, dolores de cabeza... puede que se esté debiendo a una mala ventilación, salir a la calle,
abrir bien las ventanas y esperar a que todo el aire se haya renovado. Estoy
seguro de que a todos nos ha pasado en algún lugar. Pues ahora tiene solución.
Espero que os haya sido de
utilidad.
Pablo.
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