No es una buena semana. Es más, no es un buen año. Estoy decepcionado con mi profesión, no por la profesión en sí, si no por todos los que en ella intervienen. Escribo estas líneas con más ánimo de desahogarme que de otra cosa. No se puede luchar contra el sistema, eres parte de él o te aniquila. Me siento en la segunda situación.
He intentado una y otra vez hacer lo correcto, aceptar lo que había y dar de mí todo lo que tenía para poder ejercer como arquitecto tal como debería de ser. Pero el mundo no está hecho para los justos, para los que saben o para los que quieren aprender. El mundo está hecho para los que tienen, ha sido así siempre y así seguirá siéndolo, no se puede cambiar. Siempre ha habido un chamán entorno al cual todos bailaban, un faraón al que adoraban y un rey al que servían. Y si no formabas parte de ese sistema te desvanecías.